Centro CIAM

Propuestas para Autonomía Universitaria

Por: Felipe Trujillo Garzón

 

En pleno año 2024, en medio del presente Paro, en la Universidad Nacional de Colombia, cuyo principal móvil fueron las draconianas reformas a posgrados, bienestar y extensión, y cuya gota que colmó el vaso fue la elección ilegítima de un candidato a la Rectoría que no ganó en las urnas, y habiéndose garantizado desde la Presidencia de la República el anhelo de miles de estudiantes durante muchos años de un elemento tan fundamental para la garantía del comienzo de la democracia universitaria como es el hecho de que sea dirigida por quien gane en una votación aplicada a toda la Comunidad, me permito bosquejar algunas ideas que se deberían debatir en los intentos de Constituyente Universitaria que se plantean hoy en día.

 

Es decir, no sólo basta con que el Rector designado sea quien ganó la votación, tampoco alcanza con que desmonten esas nefastas reformas, de lo que se trata ahora, es de empezar a soñar y modelar la Universidad Nacional que queremos para el futuro.

 

Más que ser esta una lista que incluya todos los puntos importantes, es una invitación, por sobre todas las cosas, a abrir el debate. Lo digo porque, para mi desconsuelo, en los últimos años en la Universidad, se ha ido perdiendo la calidad y la profundidad en las discusiones, y con ello, del pensamiento crítico, un baluarte del cual tanto nos ufanamos.

 

En su lugar, a mi juicio, las llamadas ‘banderas de lucha’, ‘pliegos de peticiones’ o los ‘máximos y los mínimos’ que se exigen para desmontar cualquier Paro (he vivido ya bastantes) se quedan en meros eslóganes, tales como: ‘¡Queremos una Universidad pública, gratuita, de calidad, y antipatriarcal!’, o muchos otros por el estilo. Más allá de si uno está de acuerdo con cada uno de sus elementos constitutivos, el problema yace en el hecho de que no se problematizan con suficiencia las deficiencias de nuestra Universidad, y ante pedidos tan generales, cualquier Gobierno (independientemente de su inclinación política), puede decir que ‘nos cumplió’ otorgando cualquier cosa que pueda caber en un adjetivo tan amplio.

 

Entonces, quiero llamar la atención con este escrito, sobre temáticas que me parecen de suma importancia y que no se suelen debatir, que no suelen entrar en los eslóganes, y que siguen irresueltas porque no están siendo nombradas. No basta con nombrarlas, también es nuestra tarea proponer alternativas para solucionarlas, entre más específicas (con plazos e incluso presupuestos proyectados) sean estas pretendidas soluciones, mejor. Porque así, le llegamos al Gobierno no con una mera ‘lista de deseos’, sino con un Plan de Gobierno Universitario con el que nos comprometemos a trabajar para materializar nuestros anhelos.

 

No siendo más, aclaro que la numeración no implica un orden de importancia, simplemente es para facilitar una futura referencia.

 

 

1. Qué clase de conocimiento se quiere crear en la Universidad y cómo

 

Comienzo indagando sobre la cuestión del conocimiento que se crea en la Universidad. Se trata de un espacio en el que se transmite y produce conocimiento científico, humanístico y artístico. Sin embargo, nos hallamos en un contexto en el cual, el acceso al conocimiento científico tiene costos elevadísimos, y la mera publicación de las pesquisas supone un costo sustancial PARA EL INVESTIGADOR. Esto se debe a que hay un oligopolio en la distribución del conocimiento científico: empresas como Elsevier Publisher se lucran con esta situación. Una parte no menor de los impuestos de los colombianos va a la financiación de las Universidades Públicas, y una parte del presupuesto de estas acaba en los bolsillos de los dueños de empresas privadas como esta.

 

Acá me quiero detener a reflexionar sobre el hecho de entrar en Paro: es una acción de rebeldía que un colectivo toma sobre unas condiciones injustas que lo afectan.

 

Es evidente que esta configuración rentista de la distribución del conocimiento científico nos afecta gravemente. Ante esto, debemos rebelarnos y resistir con alternativas locales, ya sea a nivel nacional o latinoamericano que permitan la distribución libre del conocimiento científico.

 

Pero esto es sólo la punta del iceberg, porque en las revistas indexadas, de más prestigio, casi obligatoriamente hay que publicar en inglés, y debido al perverso régimen salarial de los profesores, en el cual ganan más si publican más y los citan más a menudo, y teniendo en cuenta que hay muchos más académicos, con más recursos y con más poder para imponer sus puntos de vista en los países ‘desarrollados’ (principalmente EEUU y Europa), lo que termina sucediendo es que los investigadores de acá se ocupan de los temas que les preocupan allá.

 

Porque así hay más probabilidad de que les publiquen sus escritos y que los citen mucho. Esto genera que el conocimiento emanado de la Universidad Pública colombiana, sea en su mayoría impertinente y desconectado de nuestra realidad. Esto debe cambiar: se deben crear redes de financiamiento y promoción del conocimiento científico nacional que dialoguen con las problemáticas que nos aquejan.

 

Además, en todas estas revistas académicas se privilegia la forma del artículo científico o ‘paper’, por sobre cualquier otra forma de expresión escrita como el ensayo, por ejemplo. La forma (y el lenguaje en el que se escribe) restringe bastante el desarrollo del pensamiento. El conocimiento debe poder ser compartido en cualquier otro formato.

 

También debemos dejar de lado esos incentivos salariales por la publicación de cualquier cosa porque implican una inmensa presión sobre el investigador a producir mucha escoria, en vez de unos pocos trabajos bien pensados y de calidad.

 

Por último y no menos importante, el conocimiento artístico no cabe en los ‘papers’, tiene una especificidad propia distinta de la ciencia positiva y por ende, merece sus propios espacios de difusión, promoción, creación y remuneración.

 

 

2. La División de Vigilancia y Seguridad (DVS)

 

Esta compañía subcontratada, que cuenta entre sus filas a muchos ‘Policías retirados’ se encarga de la seguridad en el Campus. En contadas ocasiones habrán recuperado algún computador robado. Pero en muchas más, ofician como dueños del espacio que habitamos: diciéndonos qué hacer o dejar de hacer, cuándo, dónde y en los peores casos, perfilando estudiantes para montar falsos positivos judiciales o agrediéndolos físicamente causándoles también pérdidas a sus pertenencias (dañan el celular de quien ose grabar sus procedimientos).

Si bien crear una guardia estudiantil que nos protegiera de los casos de hurto a las pertenencias de la Universidad suena difícil, para nadie es un secreto que debemos replantearnos seriamente el rol de estos agentes pseudopoliciacos que hacen y deshacen a placer, sin rendirle cuentas jamás a los estudiantes afectados por sus abusos.

 

Como mínimo debe de haber una institución estudiantil de veeduría y control sobre el accionar de estos sujetos con poder para sancionarlos y vetarlos del campus por malas prácticas.

 

 

3. Los funcionarios son muchos e inútiles, y los de arriba, corruptos

 

Lo último es lo más fácil de demostrar: la pandilla de Ignacio Mantilla, Dolly Montoya, Ismael Peña y sus innumerables acólitos se lucran ilegalmente de los fondos de nuestra Universidad . No sabemos qué tantos funcionarios les deben favores o están tan imbricados en estas tramas de corrupción que a pesar de que la dirección cambie, continúen con sus prácticas reprobables.

 

De seguro hay incentivos perversos en sus estructuras salariales y habrán muchos otros líderes intermedios que perpetúan y facilitan estos actos.

 

Esa olla se tiene que destapar, vaciar y acabar.

 

Pero sobre la primera aseveración debo explicarme mejor. Para hacerlo, tomaré como experiencia cotidiana y común el contenido de nuestro correo institucional. Aquéllos que lo revisamos con frecuencia (porque si no lo hacemos, justo se nos pasa una fecha importante para un trámite o no conocemos nuestras calificaciones a tiempo), sabemos bien que la gran mayoría de lo que nos llega es correo basura:

 

‘La UN celebra el día del maestro’, ‘Dispón de tus residuos en las canecas adecuadas’, ‘Evita accidentes de laboratorio #SomosUNAL’, y un sinfín de otras cosas que son obvias, no revisten interés, o simplemente estorban en un correo destinado a los estudios y las investigaciones.

 

Es claro que estos mensajes y piezas gráficas requieren trabajo humano, pero en su gran mayoría es trabajo inútil porque a nadie le importan esos mensajes, no se leen porque tienen un valor agregado muy escaso.

 

Habiendo aclarado en el primer punto que la razón de ser de una universidad es transmitir y producir conocimiento, es claro que las personas que devengan un salario de nuestra Universidad generando este contenido que no se puede considerar académico o científico, son un complemento o actividad secundaria que ha cobrado demasiada importancia en nuestra alma máter.

 

Esto no es un problema exclusivo de nosotros, el caso más extremo es la prestigiosa Universidad de Yale en Estados Unidos, en donde ya hay más funcionarios administrativos que estudiantes de Pregrado , ya que en 2019 contaron con 5460 funcionarios y sólo 4703 estudiantes de Pregrado.

 

Si bien creo que estamos lejos de llegar a tal paroxismo, la moraleja es clara: si no se toman medidas claras y contundentes para eliminar fuentes de trabajo inútil, la Universidad tendrá cada vez menos recursos para investigar o remunerar adecuadamente a sus profesores, por cuenta de todos estos burócratas inservibles.

 

 

4. Cooperativas alimentarias de estudiantes

 

Para cualquiera que conozca el Campus de Bogotá, no es un secreto que la oferta de alimentos nutritivos y en cantidades suficientes para desarrollar nuestras labores es completamente insuficiente:

 

Los comedores de la Universidad sirven comidas con porciones muy pequeñas y no dan abasto para todas las personas que habitan este espacio. Con lo cual, se debe uno contentar con lo que pueda conseguir en un puesto informal de comidas o ‘chaza’, que, de nuevo, no suele ser lo suficientemente nutritivo, económico, y en ocasiones, higiénico.

 

Ante esta problemática, en semanas recientes algunos estudiantes se han tomado el Comedor Central, acción que defiendo, pero que sólo llama la atención sobre una problemática que se debe resolver.

 

Una propuesta es que, a partir de cooperativas de estudiantes, se garanticen ciertos espacios de alimentación. Esto requiere permiso y apoyo institucional para su buen funcionamiento.

 

 

5. Un SIA decente

 

Cualquier estudiante y profesor ha sufrido con nuestro Sistema de Información Académica: página web y base de datos en donde quedan registradas nuestras calificaciones y a través del cual se realizan otros trámites académicos.

 

En los últimos años lo han cambiado varias veces, y cada vez es peor, es claro que en el otorgamiento de esos contratos hay otra olla de corrupción esperando a ser abierta. Pedir un SIA bueno es un mínimo de funcionamiento operativo de los fines misionales de la Universidad, ya que es demasiado común que muchos estudiantes se retrasen en sus estudios porque no pueden inscribir materias debido al mal funcionamiento de este sistema.

 

 

6. Deportes gratis

 

Recuerdo que hace unos años quise intentar entrar el equipo de Ping Pong, pero me abstuve porque en el Polideportivo había una hoja en un corcho con los precios que el estudiante debía pagar para acceder a estos ‘servicios’. Sobra decir que esto es resultado de la progresiva privatización que ha sufrido la Universidad, pero es tan rácano e inaceptable que se le cobre a uno por la práctica deportiva, como si estuviéramos en algún club privado, que debe acabar. Sin discusión. De lo contrario, llegará el día en que nos cobren la entrada a las bibliotecas (para el cerebro neoliberal ‘no hay almuerzos gratis’, es decir todo está sujeto a ser privatizado).

 

 

7. Legalizar el ocio, abrir espacios para su disfrute sin castigos

 

Esto parece menor, e incluso para quien se piensa que uno va a la Universidad sólo a estudiar y obtener un título profesional le puede resultar hilarante. Pero quienes parchamos y conocemos nuestro Campus somos conscientes que el conocimiento también se genera en los espacios de ocio, y que no somos máquinas productoras de textos. Somos seres humanos que en un momento de nuestras vidas podemos habitar un espacio en donde se puede crear y sentir, alejados así sea por un momento del imperativo servil del trabajo asalariado.

 

En nuestros sentires, amamos, nos desilusionamos, nos frustramos, soñamos, etc. Pero como tenemos una pseudopolicía que hace lo que quiere, no nos deja si quiera dormir en un sofá de la Biblioteca Central si estamos muy cansados.

 

Si en alguna reunión con amigos queremos tomarnos unas cervezas para discutir, el que las vende se expone a ser expulsado de la Universidad.

 

Si queremos explorar nuestra sexualidad (los estudiantes somos mayoritariamente jóvenes) nos exponemos a que, de ser encontrados en algún baño, nos enfrentamos a un proceso disciplinario.

 

Es claro que las residencias universitarias brindaban un espacio para la privacidad y el libre desarrollo de la personalidad de los estudiantes, pero en vista de que faltan años para que vuelvan, y que los estudiantes foráneos, cuando alquilan una habitación cerca de la Universidad, deben lidiar con las restricciones de su dueño que, usualmente no permite la entrada de otras personas, y teniendo en cuenta que la mayoría de estudiantes no tiene dinero suficiente para estar pagando moteles cada vez que les plazca, una solución temporal y necesaria es la siguiente:

 

El establecimiento de un manual de convivencia adaptado a las necesidades de los estudiantes: que por tomar o vender una pola a usted no le jodan la vida, que lo dejen dormir en donde se le dé la gana, y que si quiere echarse un polvo con otra persona pueda hacerlo en algunos lugares designados especialmente para ello.
¡No es nada del otro mundo!

 

Es simplemente exigir que se nos trate como adultos que ya somos, porque la hipervigilancia y persecución de las actividades corrientes en un espacio que habitamos durante tanto tiempo sólo nos infantiliza, deteniendo nuestro desarrollo integral como personas.

 

Esto no sólo tiene consecuencias negativas en el mediano plazo respecto al tipo de profesional que termina egresando, sino que, en el corto plazo, también genera afectaciones a la salud mental de los estudiantes.

 

 

8. Reconocimiento salarial al trabajo académico desde el Pregrado

 

Para quien se haya interesado en la investigación desde el Pregrado, entrando a un semillero o grupo de investigación, se habrá dado cuenta que, en últimas, su trabajo será completamente gratuito, y en muchos casos, muchos profesores le roban el crédito.

 

Esto es así porque no está reglamentado: a usted nadie le explica cuáles son sus derechos y deberes como investigador (si es que existen), entonces depende de usted generarse su reconocimiento.

 

Evidentemente, ante condiciones tan difusas u obscuras no todos lo logran, con lo cual mucha investigación se realiza sin remuneración alguna para los estudiantes que colaboraron en ella, y todo el crédito, éxito, ascenso, reconocimiento profesional y evidentemente dinero va a parar al profesor.

 

Se requiere crear un protocolo que especifique cada persona a qué tiene derecho desde el principio. Y, teniendo en cuenta que investigar requiere trabajo, ¡Pues también implica remuneración! Así no alcance a ser todo un Salario Mínimo Mensual, porque puede que no le haya tomado a usted tanto tiempo, pero algo de dinero sí se le debe de reconocer al investigador, así sea un estudiante de pregrado de primer semestre.

 

 

9. Encadenamientos productivos con empresas, fomento al verdadero emprendimiento, y mecanismos efectivos de incidencia en la sociedad colombiana

 

Esto es de suma importancia: como la Universidad genera conocimiento para impresionar a los gringos o europeos, los problemas estructurales de nuestro país siguen sin resolverse.

 

Debe haber incentivos públicos y privados para que los estudiantes puedan materializar sus ideas en nuestra Nación. Esto se logra con inversión en empresas que puedan emerger de la Universidad, pero también exenciones tributarias, entre otros.

 

En muchos países del mundo las universidades juegan roles centrales en el desarrollo empresarial, científico y tecnológico; acá, estamos relegados a la insignificancia.

 

La Universidad Pública debe tener mecanismos claros, efectivos y vinculantes para relacionarse con la sociedad colombiana y trabajar codo a codo para mejorar sus condiciones.

 

¡Podemos hacerlo, sólo necesitamos que nos apoyen!

 

 

10. Reconocimiento del estudiantado de Universidad Pública como sujeto de derechos especiales (como indígenas y negritudes) y con puestos en el Congreso. Hemos sido agentes de la Historia de este país y lo seguiremos siendo

 

Rigiéndonos por el Estado Social de Derecho en el que habitamos, estamos en un contexto en donde muchas luchas sociales se terminan cristalizando en la consecución de derechos constitucionales que protegen el accionar y dan garantías a ciertos grupos específicos de la población que han sido injustamente marginalizados y masacrados en nuestra Historia.

 

Celebro los derechos conseguidos por los indígenas y las poblaciones afrocolombianas; siguiendo esta línea, propongo que, habiendo sido el estudiante de universidad pública colombiana víctima de numerosas masacres (1984 y 1954, nada más en la Universidad Nacional, pero muchos compañeros murieron durante el Estallido Social de 2021), persecuciones, amenazas y vejámenes, y habiendo sido protagonista de la historia contemporánea de nuestro país, no sólo con ilustres egresados sino con movilizaciones ante las diversas formas de fascismo e injusticias sociales que hemos vivido, se merece también puestos garantizados en el Congreso de la República y una protección constitucional a sus formas de vida que le garanticen desarrollarse en paz.

 

 

11. Establecimiento de mesas de debate constante sobre temáticas de interés nacional y universitario

 

Ante la falta de contenido político que critiqué al principio de este ensayo, la solución es obvia:

 

Que se establezcan mesas de debate con garantías para los espacios (que presten los salones), reconocimiento del ejercicio (incluso con créditos académicos) y que sean vinculantes (que lo analizado allí tenga vías efectivas de realización, para lo cual, la Rectoría y Administración deben de estar a nuestro servicio, y no como ha venido siendo, que es al revés: si hay tropel, con un correo electrónico nos ordenan evacuar el Campus), deben ser constantes (es decir, no sólo durante los Paros sino que funcionen siempre) sobre los temas que nos aquejan como Universidad y los que el país necesita resolver.

 

Sólo a través del trabajo arduo e ininterrumpido podremos ser capaces de lograr generar planes de verdadero Gobierno Universitario que nos permitan materializar la autonomía y democracia por la que hemos luchado durante tantos años.

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