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¿Por qué volver a la discusión sobre el desarrollo?

Por: Daniel Alejandro Cerón

 

El «desarrollo» es un proceso complejo y multidimensional en el que intervienen factores de diversa índole; de ahí que su análisis exija la utilización de múltiples enfoques para conocerlo y para orientarlo a través de la acción social y de los planes, programas y proyectos públicos. El desarrollo no se reduce entonces al desarrollo de las estructuras económicas bajo los términos del llamado “crecimiento” –concepción anacrónica ya sepultada junto al pasado siglo XX-. Un mayor volumen del Producto Interno Bruto (PIB) no equivale a un mayor nivel de desarrollo. Si así fuera los Estados Unidos, China, Japón, Alemania y la India, que están a la cabeza del crecimiento económico, estarían también a la vanguardia del desarrollo contemporáneo. Sin embargo, cuando se mide el Índice del Desarrollo Humano (IDH) el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) no suele referenciar a esos países sino a otros como, por ejemplo, Suiza, Noruega o Australia. Junto a los factores económicos del crecimiento se encuentran otros factores como el acceso de los ciudadanos y ciudadanas a la salud, a la educación, a la riqueza socialmente acumulada, a la superación de la pobreza, a la esperanza de vida y al ingreso per cápita, entre otros. Una praxeología política de orientación progresista no puede ignorar esto y quizá, debido a ello, valga la pena recordarlo.

 

Los niveles del desarrollo hoy, tomando como referente el enfoque de desarrollo humano (EDH) propuesto por el economista pakistaní Mahbub ul Haq y el economista indio Amartya Sen, se encuentran determinados por la capacidad que tiene cada sociedad para garantizar a todos y cada uno de sus miembros las posibilidades efectivas que demanda el desarrollo de los proyectos-de-vida que estos consideran para sí mismos(as) como deseables. Dicho de otro modo, el EDH observa la capacidad que una sociedad determinada tiene para garantizar a todos sus miembros una adecuada calidad de vida. En la base de esto se encuentra, quizá, aquello que dijera el famoso sociólogo francés Alain Touraine –maestro formador de estudiosos latinoamericanos como Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto, Celso Furtado, Osvaldo Sunkel y otros- acerca del «desarrollo» definiendo a este como la capacidad que una sociedad tiene para regular sus propios procesos, de tal modo que una sociedad sería tanto más desarrollada cuanto más haya definido y especificado, estructural y funcionalmente, sus mecanismos de autorregulación. No estamos, pues, ante un concepto sencillo ni unívoco y es por ello que para comprender a cabalidad de qué estamos hablando cuando hablamos del «desarrollo» debemos preguntarnos: ¿a qué desarrollo nos referimos? ¿Cómo es que se mide ese desarrollo? ¿Acaso existe un patrón único de desarrollo o, por el contrario, existen varios patrones? ¿Qué podemos hacer para agenciar y orientar adecuadamente el desarrollo de la sociedad colombiana? ¿En dónde o a través de qué se produce el desarrollo social general? Así las cosas, cualquiera de nuestras ideas sobre el desarrollo de las sociedades contemporáneas tendría que tener una significación precisa y unos elementos tangibles a los cuales aludir o a los cuales dirigirnos a la hora de materializar, por medio de la acción social o de los instrumentos propios de la intervención pública, tales ideas.

 

Luego, para responder a los interrogantes planteados la teoría política progresista, al integrar en su corpus los conocimientos obtenidos por las sociedades del Sur global a través de los estudios críticos sobre el desarrollo, ha de recomendar siempre el tener en cuenta: a) que debemos trabajar con una percepción multidimensional del fenómeno del desarrollo; b) que al asumir la complejidad analizada por los estudios sobre el desarrollo la acción social y la intervención pública han de ser también consideradas con arreglo a esa complejidad y; c) que al tomarnos en serio la dimensión ético-política del desarrollo nos vemos obligados a tratar con cuidado las exigencias que hoy nos plantea el imperativo del respeto por la dignidad humana y por el cuidado de la vida. Cada uno de estos ángulos complementa nuestra visión del proceso ambiental, económico, social, personal, cultural y político de la democracia popular en la perspectiva del desarrollo general y, por supuesto, del Estado Social, Democrático y Ambiental de Derecho que operaría, según una radical y estricta pauta praxeológica para Colombia, en clave de justicia socioambiental.

 

Desde luego, no faltarán nunca las objeciones frente al paradigma del desarrollo o, como lo llamara el maestro nuestroamericano Enrique Dussel, la “falacia desarrollista”. El mismo Aníbal Quijano se habría referido al desarrollo como a un “fantasma” eurocéntrico, moderno y colonial y el profesor Arturo Escobar no ha cesado de mostrar en sus trabajos los cuestionamientos que a dicho paradigma han hecho, como partidarios del Buen Vivir, los movimientos sociales de Colombia y de la América Latina. No habría que desestimar ninguna de estas objeciones o de cualquier otra que se les parezca. Hay que trabajar siempre teniendo en cuenta los hallazgos de nuestra conciencia crítica; y no sólo porque toda teoría política progresista deba estar en desacuerdo con el reduccionismo economicista que sobre el proceso de desarrollo imponen las ideologías del neoliberalismo y el neofascismo, sino porque de ello depende la asertividad real y concreta de la decisión pública. Lo que sí habría que cuestionar –en el sentido de un gesto crítico devuelto, como debe ser, a la teoría crítica- es el hecho de que tales objeciones, por lo general, no vengan acompañadas de alternativas o soluciones viables, factibles, ni en el corto ni en el mediano plazo. Casi todo lo que plantean como una alternativa o como un imperativo de la praxis –la descolonización epistemológica, por ejemplo- no cabe siquiera en el largo plazo que racionalmente puede ser considerado como prospectiva para la operatividad de las instituciones públicas –y esto a pesar de los avances presentados por la administración pública en países como Bolivia y Ecuador-. Tenemos, pues, que ser pacientes con las tareas de la deconstrucción y superación histórica del complejo civilizatorio que hoy, como ayer, determina los límites de nuestro pensamiento y de nuestra acción. Las instituciones modernas siguen siendo, hoy por hoy, las herramientas organizativas con las que contamos y el paradigma del desarrollo un modelo de inteligibilidad para la integración procesual de los factores que intervienen en la configuración de nuestras formas-de-vida y que ordenan, incluso en su sentido realizativo y coexistencial, la acción social y la intervención pública.

 

Pese a lo anterior, el pensamiento crítico latinoamericano es rico en análisis retrospectivos y prospectivos sobre los problemas del desarrollo. En una perspectiva institucional, los Cuadernos de Prospectiva Política Latinoamericana respaldada por la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD y por el Sistema de Análisis Político y Escenarios Múltiples de la Secretaría de Asuntos Políticos de la OEA, son ejemplos de ello. También lo son los múltiples estudios, individuales y colectivos, publicados por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Entonces, si de lo que se tratara fuera de encontrar las claves para entender cómo intervenir en la dinámica del proceso del desarrollo social en Colombia, tendríamos que plantearnos ese propósito de conocimiento con una doble finalidad: por una parte, el considerar las diferentes dimensiones imbricadas o integradas en el desarrollo de nuestro país, y por otra, incorporar los elementos que resultan ser imprescindibles para las políticas públicas del desarrollo. Al corresponder, praxeológicamente, con estas dos finalidades podremos abordar de mejor manera ciertas dimensiones que configuran la complejidad del desarrollo colombiano: a) la dimensión ético-política que atraviesa a la cultura de la violencia y a la cultura de la Paz; b) la dimensión institucional en donde se juega la lucha contra la corrupción y la realización de la justicia social; c) las relaciones estructurantes entre el desarrollo económico y el desarrollo humano alrededor de un modelo basado en condiciones de sustentabilidad ecológica que fomente la realización de la justicia ambiental y; d) el rol específico que tendrían el capital social y el capital cultural en la integración regional de los territorios y en el reconocimiento efectivo de las alteridades históricas.

 

Estoy convencido de que al satisfacer las dos finalidades mencionadas, utilizando el conocimiento que nuestras instituciones y academias han acumulado, prestando oído a los diversos aportes provenientes de la conciencia crítica latinoamericana podremos comprender mucho mejor las dimensiones del cambio social en nuestro territorio nacional y el modo en que este puede responder a los desafíos actuales de la humanidad, obteniendo así una visión de lo que significa para nosotros(as) la propuesta de un «Pacto Histórico» que iría más allá del período gubernamental 2022-2026, y más acá de la lucha a nivel global por la adaptación de la especie humana al cambio climático: operación de un análisis praxeológico-progresista que precisa de reflexionar sobre los diversos aportes latinoamericanos a la comprensión crítica, dinámica e integral del proceso de desarrollo -y de su contraparte dialéctica, el subdesarrollo-, sobre las experiencias de los gobiernos nacionales, departamentales y municipales que en Colombia y otros países de América Latina han asumido una orientación progresista, sobre las propuestas adelantadas por los movimientos sociales, organizaciones populares y pueblos originarios a lo largo y ancho del continente, y sobre los desafíos humanitarios y socioambientales que por obra y gracia de la guerra y de la contaminación globales hoy afronta el conjunto de la humanidad. En síntesis, diría que Colombia, para convertirse en una auténtica potencia mundial de la vida, no puede evitar pasar por una nueva discusión sobre las determinaciones, el sentido y los objetivos del desarrollo.

 

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Comentario

  • X22Blila

    Hey people!!!!!
    Good mood and good luck to everyone!!!!!

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